mayo 25, 2009

Se venden sueños


Vendo sueños, ¿a quién le apetece adquirir uno? Algunos son amargos, otros dulces; unos más son bobos, pero hay otros más que tienen demasiados pensamientos enmarañados en una vasta telaraña de recuerdos que quizá resulten complicados…

Vendo sueños y creo tener uno para cada necesidad.

La mayoría fueron tejidos mientras me arrullaba el piano de Yiruma. Son los más preciados que tengo, pero los vendo igual. Estos sueños son mis sueños de amor y desamor, y en cada uno puede sentirse una historia diferente. Historias que relaten acerca de un príncipe azul, una novela pasional, un rompimiento doloroso, un amor eterno o un simple amorío de verano…

Los sueños que tengo en oferta son los de aventuras en mundos desconocidos e inexplorados; aquellos en los que las criaturas mágicas son los protagonistas de esos acontecimientos que no tienen ni pies ni cabeza, pero que a final de todo, siguen siendo.

Dentro de los artículos de remate, se encuentran los sueños de mi infancia… por si alguien, de casualidad, quisiera recordar lo que era ser niño y, aunque sea por un instante, volver a vivir como tal.

Vendo también mis sueños de ansiedad y agonía. No… esos los regalo. Los doy gratis en el mismo paquete donde van mis sueños no realizados. Y como artículo extra, de esos que vienen pegados con cinta al costado del empaque, vienen los sueños de aquellas noches interminables en las que ansiaba tenerte y al despertar desaparecías de mi lado.

Para cerrar la venta, vendo al mejor postor mi memoria, mis recuerdos, mi esencia, mi vida y lo que me queda. El precio se puede modificar si llegamos a un acuerdo… Puedo llegar a ser una vendedora sumamente accesible, a tal grado de darme a mí misma gratis en su compra…

Buenas tardes, fue un gusto atenderle. Aquí está su cambio y gracias por su compra. Regrese pronto…


**Cathrina**

marzo 05, 2008

"El Juego Bélico"


Por fin he salido del pequeño castillo oscuro y no sé por cuánto tiempo será esta vez. Pero lo que aún no puedo entender (y creo que nunca lo haré) es el por qué solo salimos a pelear, y siempre contra el mismo enemigo; nuestros acérrimos rivales, con quienes, desgraciadamente, estamos destinados a compartir nuestro palacio por la eternidad.

Cada bando define su estrategia, el juego bélico está por comenzar. El primer paso lo doy yo; tratando de lograr un poco de ventaja sobre el adversario y esperando no provocar que el derramamiento de sangre manche la blanca vestidura de mi tropa. Como era de esperarse, este paso desencadenó movimientos al horizonte.

Poco a poco, la intensidad de la batalla se fue incrementando; a tal grado de necesitar el apoyo de la nobleza. La zona de guerra se transformó en un sanguinario vaivén; del cual, era un observador más al contemplar a lo lejos cómo el Suroeste se convertía en cómplice del cobarde asesino de uno de mis compañeros.

La lucha tomó nuevos caminos, todo mi ejército estaba decidido a vencer la contienda, el primer paso fue que nuestra caballería derrocara a una de sus torres, para obtener una mejor posición. Obligado, me convertí en anzuelo; papel que estuve dispuesto a tomar para ganar la justa. Temeroso de mi destino, divisé, frente a mí una soberbia señora de negro que me acorralaba lentamente. Lleno de valor, di la señal para que atacaran a su líder; fue entonces cuando fui apuñalado en la parte baja de mi pecho; pero agonizante pude ver al fin, cómo caía el cetro del gran señor, pues al verse aislado y sin salida, aceptó su derrota; entonces ahí y casi a punto de morir llegó a mí, el delicioso aroma del triunfo. Hoy no regreso con vida al castillo, lo único que sé, es que volveré a salir, quizás con otra suerte y nuevos enemigos, pero con un mismo coraje y corazón. Yo no elegí lo que soy, pero lo acepto, pues se ha convertido en mi eterno destino.



Mario Alberto Quiñónez Ayala.

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He de aclarar que el cuento que subí NO es mío, pero me encanta!!! ^·^ Lo leí a los 13 años y me encantó. O O Y he de atreverme a decir que es de mis cuentos favoritos. xD Uxa, que marcó mi adolescencia... O o

febrero 18, 2008

Hazaña...

Sentada frente a mi computador las horas iban pasando hasta que la somnolencia me hizo reaccionar... Contrario a hacer caso al sopor que iba inundando mi cuerpo, pegué más mi cara al monitor y empecé a escribir...

De un momento a otro me encontré en el mismo lugar en el que había soñado que soñaba con una inmensa y amplia alcoba, tapizada de polvo en sus paredes y en todo el suelo. Una luz tenue y grisácea se asomaba por un resquicio de la ventana iluminando apenas lo que en esa habitación se encontraba...


-Cierra la puerta-


Por un momento, una reacción momentánea hizo mirarme las manos y encontré que estaban completamente cubiertas por una sustancia oscura y pegajosa. En ese instante me percaté del olor a sangre que reinaba en ese cuarto. La luz que entonces era tenue, empezó a ser más fuerte y menos cálida; más oscura pero era la suficiente para que se notaran los objetos que se hallaban en ese lugar.


-No temas-


En el mismo lugar en el que estaba parada hasta ese momento, giré mi cabeza para reconocer la estancia en la que mi cuerpo se encontraba. Rodeada de polvo, objetos desvencijados, telas rotas, viejos muebles y papeles tapices desprendidos, caminé hacia lo que parecía ser una cama.


-La oscuridad ilumina-


Sobre las mantas roídas había una pequeña cosa deforme cubierta de lodo desprendiendo ese olor que reinaba en el lugar. Mirando con asco a esa masa sin forma, sentí un dolor en la parte posterior de mi cabeza, situándose la punzada en la nuca, un dolor en el cerebro inundó mi mirada bloqueándola de toda vista...


-Sigue caminando-


A tientas busqué algo con lo que detenerme para no caer al suelo sintiendo mi cabeza palpitar del dolor que me embargaba. Encontré asiento en un antiguo sillón situado justo en una esquina de la habitación y llevé mis manos al lugar doliente... Había sangre. Sangre herrumbrosa emanando de una profunda herida colándose entre mis manos.
Con qué me había golpeado? No lo sabía.
Cómo había llegado ahí? No tenía idea.

Y obligando a mi mente a que recordara lo que había olvidado, luego de un largo rato los recuerdos brotaron como en una clara fuente...


-No mires atrás-


Esa noche había visto nuevamente a la persona que hacía cobrar vida a mis pasiones... Cómo se llamaba? No lo sé, nunca le pregunté. Lo veía pasar por el mismo sendero por el cual yo regresaba del instituto. Me giré y le hablé preguntando, como excusa, qué hora era.
-"La 1 y cuarto" respondió con esa sonrisa que hacía que mi piel se erizara.
-"Gracias"-respondí.-"Qué haces caminando a estas horas por este lugar tan solo?"
-"Voy rumbo a casa."

Y sin más nos quedamos mirándonos el uno al otro directo a los ojos.

-"Te he visto siempre caminar por aquí, en la misma dirección, a la misma hora. He contado cada uno de los pasos que das contra esa banqueta mientras pasas, cada minuto que tardas en aparecer y desaparecer en ese tramo de calle por el que te observo. Siempre con la cabeza mirando hacia abajo, siempre con las manos en las bolsas de tu gabardina, siempre con tu negro cabello ondeando en la noche."
-"Siempre he sentido que alguien me observaba. Siempre he sentido..."
-"...que serías la víctima perfecta."


-Ven a mis brazos-


Y arremetiendo contra su cuerpo, en medio de la soledad de la calle, sus ojos y su boca se abrieron en un grito sin sonido mientras la cuchilla de acero se hundía en su vientre. Trece cuchilladas más y sus brazos cayeron en mi cuello. El peso venció mi cuerpo y caí hacia atrás, golpeando mi cabeza con la saliente de la banqueta. Incorporándome y recobrando el equilibrio, lo llevé a rastras a un edificio antiguo que ahí estaba. En la estancia, con el alba de un nuevo día acompañándome, desmembré su cuerpo poco a poco, como si fuera un juguete con el que un niño pequeño juega. Fui al salón contiguo y encontré una sábana vieja y en ella puse cada pedazo de cuerpo que le había pertenecido.
Escaleras arriba encontré una nueva puerta y la abrí: Una habitación. Sobre la cama tendí la sábana y dejé esa masa de sangre y piel en ese lugar. Me giré sobre los talones y estando a punto de girar el cerrojo, algo me detuvo de golpe. Volví a girar y...


-Descansa...-


De un momento a otro me encontré en el mismo lugar en el que había soñado que soñaba con una inmensa y amplia alcoba, tapizada de polvo en sus paredes y en todo el suelo. Una luz tenue y grisácea se asomaba por un resquicio de la ventana iluminando apenas lo que en esa habitación se encontraba...


**Cathrina**